1. |
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Estaba hecho de aluminio el bote para navegar
Aunque ajustado, estaba cerca, listo para usar
Qué alegría jugar y en la casa volver a estar
La luz es como el agua
La luz...
Esperar con impaciencia para poder reclamar
Ese premio que querían para recordar
El hogar en la bahía con la vista al mar
La luz es como el agua
La luz...
“Los niños, dueños y señores de la casa,
cerraron puertas y ventanas, y rompieron
la bombilla encendida de una lámpara
de la sala. Un chorro de luz dorada
y fresca como el agua empezó a salir
de la bombilla rota, y lo dejaron correr
hasta que el nivel llego a cuatro palmos.
Entonces cortaron la corriente, sacaron
el bote, y navegaron a placer por entre
las islas de la casa.” Gabriel García Márquez
Era el momento para llenar
De luz dorada ese lugar
Entre las islas poder bucear
Y encontrar cosas perdidas
en la oscuridad
La luz es como el agua
La luz...
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2. |
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“Era bella, elástica, con una piel tierna del color del pan
y los ojos de almendras verdes, y tenía el cabello liso
y negro y largo hasta la espalda, y una aura de
antigüedad que lo mismo podía ser de Indonesia
que de los Andes. “Esta es la mujer más bella
que he visto en mi vida”, pensé, cuando la vi pasar
con sus sigilosos trancos de leona. Fue una aparición
sobrenatural que existió sólo un instante y desapareció
en la muchedumbre del vestíbulo.”
Gabriel García Márquez
Era el tiempo de los instintos
Y yo te añoraba y yo te buscaba al andar
La coincidencia de escoger un número
Que me llevaría, que me acercaría a tu amar
Donde cerca te vería
Donde yo me perdería
Esperando que regreses de tus sueños
Esperando que me mires a los ojos
“Saber que duermes tú, cierta, segura
Cauce fiel de abandono, línea pura,
Tan cerca de mis brazos maniatados.”
Agonizante de amor, velando tus sueños
Quién iba a creerlo
Y yo estoy como imantado
Y yo estoy tan entregado
Esperando que regreses de tus sueños
Esperando recobrar mí libertad.
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3. |
03 Tramontana
04:31
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En primavera y otoño que eran las épocas en que
Cadaqués resultaba más deseable,
nadie dejaba de pensar con temor
en la tramontana, un viento de tierra inclemente y tenaz,
que según piensan los nativos y algunos escritores
escarmentados, lleva consigo los gérmenes de la locura.”
Gabriel García Márquez
Mira el cielo azul intenso,
Mira el pueblo, es de los más bellos
Y aún así yo siento un gran dolor
Un mal sentimiento
Que me ensombrece el alma
Y ya no sé describir lo que siento
Es el viento frío y seco.
Mira el suelo, viene de adentro
Y arrastra un lamento
Con su andar turbulento
Me trae desasosiego
Con su silbido inquieto
Y trae la locura, el desencanto y el horror
Se convierte en un puñal veloz
Y me ensombrece el alma y ya no sé
Si estar aquí yo quiero
Y aún así yo siento un gran dolor
Un mal sentimiento
Que me ensombrece el alma
Y ya no sé describir lo que siento
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4. |
04 La Santa
03:25
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“Como todos los habitantes de la región, Margarito
desenterró los huesos de sus muertos para llevarlos
al cementerio nuevo. La esposa era polvo. En la tumba
contigua, por el contrario, la niña seguía intacta
después de once años.”
La piel era tersa y tibia, y los ojos abiertos eran diáfanos,
y causaban la impresión insoportable de que nos veían
desde la muerte. El raso y los azahares falsos de la corona
no habían resistido al rigor del tiempo con tan buena salud
como la piel, pero las rosas que le habían puesto en las manos
permanecían vivas.”
Puedo ver que se acaba el tiempo,
No hay respuestas a las dudas, ni al misterio
Puedo ver que te extingues,
Porque tu camino esta trazado
Por un ser que no respira, no respira…
"Era él, viejo y cansado. Habían muerto cinco Papas,
la Roma eterna mostraba los primeros síntomas de la decrepitud,
y él seguía esperando.
- He esperado tanto que ya no puede faltar mucho más. Puede ser cosa de meses”
Puedo ver que se acaba el tiempo,
No hay respuestas a las dudas, ni al misterio
Puedo ver que te extingues, Porque tu camino esta trazado Por un ser que no respira,
Que no ve lo que tu luchas, Que no siente lo que sientes Y aunque este contigo
Tú estás solo, con la Santa
Con la santa…
"Se fue arrastrando los pies por el medio de la calle,
con sus botas de guerra y su gorra descolorida de romano viejo,
sin preocuparse de los charcos de lluvia donde la luz empezaba a pudrirse.
Entonces no tuve ya ninguna duda, si es que alguna vez la tuve, de que el santo era él.
Sin darse cuenta, a través del cuerpo incorrupto de su hija,
llevaba ya veintidós años luchando en vida por la causa legítima de su propia canonización".
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5. |
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“Al anochecer, cuando llegaron a la frontera, Nena
se dio cuenta de que el dedo con el anillo de bodas
le seguía sangrando. El guardia debió confundirla
con una aparición mágica en aquella noche de espantos.
- ¿Es algo grave?
- Nada. Es sólo un pinchazo.
Ella era casi una niña, con unos ojos de pájaro feliz
y una piel de melaza que todavía irradiaba la resolana
del Caribe en el lúgubre anochecer de enero. Se dio cuenta
por primera vez de que el dedo estaba sangrando cuando
salieron de Madrid, en una tarde que se había vuelto diáfana
después de la tormenta.
El embajador y su esposa la esperaron con un ramo de rosas
tan radiantes y frescas, que hasta las gotas de rocío parecían
artificiales. Al cogerlas se pinchó el dedo con una espina
del tallo, pero sorteó el percance con un recurso encantador:
- Lo hice adrede, para que se fijaran en mi anillo.
El pinchazo era casi invisible. Tan pronto como regresaron
al coche volvió a sangrar, de modo que Nena dejó el brazo
colgando fuera de la ventana, convencida de que el aire glacial
de las cementeras tenía virtudes de cauterio.
- Si alguien nos quiere encontrar será muy fácil, sólo tendrá
que seguir el rastro de mi sangre en la nieve. Imagínate:
un rastro de sangre en la nieve desde Madrid hasta París.
¿No te parece bello para una canción?
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6. |
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“Billy, que conducía el coche, era un año menor que ella, y casi
tan bello. Al contrario de su esposa, era alto y atlético y tenía
las mandíbulas de hierro de los matones tímidos. Pasaron las tardes
difíciles de junio en la terraza interior de la casa, ella tocando
canciones de moda en el saxofón, y él contemplándola desde
el chinchorro con un estupor sin alivio.
Habían progresado tanto en el amor, que ya no les alcanzaba
el mundo para otra cosa, y lo hacían a cualquier hora
y en cualquier parte, tratando de inventarlo otra vez,
cada vez que lo hacían.
Debajo de la triste reputación de bruto que él tenía muy bien
sustentada, ella descubrió un huérfano asustado y tierno.
Se habían casado tres días antes, a 10.000 kilómetros
de allí, en Cartagena de Indias. Nadie, salvo ellos
mismos, entendía el fundamento real ni conoció el origen
de ese amor imprevisible.
En París, Billy estacionó frente a la entrada de emergencias
de un hospital enorme y sombrío. Mientras llegaba el médico
de turno le apretó a ella la mano izquierda, y la sintió lánguida
y fría, y sus labios habían perdido el color. Se quedó parado
en la sala lúgubre sin saber qué hacer, mirando el corredor
vacío por donde se la habían llevado. Se sentía tan ofuscado
y solo que no podía entender cómo pudo vivir alguna vez sin
el amparo de Nena.
El dedo era un manantial incontenible, y ella sintió de veras
que se le estaba yendo el alma por la herida.
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7. |
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Los funerales tuvieron lugar el domingo a las dos de la tarde,
a sólo doscientos metros del sórdido cuarto de hotel donde Billy
agonizaba de soledad por el amor de Nena. El mismo domingo
por la noche, mientras él soportaba las ganas de llorar de rabia,
los padres de ella se llevaron el cuerpo embalsamado dentro
de un ataúd metálico.
El martes amaneció turbio y helado, pero sin la llovizna,
y él se levantó desde las seis, y esperó en la puerta del hospital.
Cuando entró por fin, el martes en la mañana, ya se había
consumado el entierro. Cuando salió ni siquiera se dio cuenta
de que estaba cayendo del cielo una nieve sin rastros de sangre,
cuyos copos tiernos y nítidos parecían plumitas de palomas,
y que en las calles de París había un aire de fiesta, porque
era la primera nevada grande en diez años. Entonces lo supo:
Nena había muerto desangrada a las 7:10 de la noche
del jueves 9 de enero.”
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8. |
08 Me alquilo para soñar
03:12
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Soy de la montaña, de las nubes
Soy del agua clara y de cantar
Viajo por el mundo y no concibo
No concibo la vida sin soñar
Me alquilo para soñar y yo sueño que en sueños me ves soñar
Me alquilo para soñar y yo sueño que en sueños me ves soñar
Que estoy llena de luz, que estoy llena de azar,
que mi sueño es mi cruz
Pa’ ti solo la poesía es clarividente
Que soñar es una artimaña para vivir
Para mi soñar es estar viva
Y es la única manera de vivir
Me alquilo para soñar y yo sueño que en sueños me ves soñar
Me alquilo para soñar y yo sueño que en sueños me ves soñar
Que estoy llena de luz, que estoy llena de azar,
que mi sueño es mi cruz y no vivo por más
Que si es bueno vivir: lo mejor de vivir es despertar
“A las nueve de la mañana, mientras desayunábamos en la terraza
del Habana Riviera, un tremendo golpe de mar a pleno sol levantó
en vilo varios automóviles que pasaban por la avenida del malecón,
y uno quedó incrustado en un flanco del hotel. Fue como una explosión
de dinamita que sembró el pánico en los veinte pisos del edificio
y convirtió en polvo el vitral del vestíbulo.”
Gabriel García Márquez
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9. |
09 María dos Prazeres
04:20
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“María dos Prazeres acababa de cumplir setenta y seis años.
A pesar de su edad y sus bucles de alambre seguía siendo
una mulata esbelta y vivaz, de cabello duro y ojos amarillos
y encarnizados.
Había tenido en sueños la revelación de que iba a morir,
y desde entonces se sintió más ligada que nunca a Noi,
su perro, aquella criatura de su soledad.
En una fracción de segundo volvió a examinar por completo
el sueño premonitorio que le había cambiado la vida durante
tres años, y comprendió entonces el error de su interpretación:
“Dios mío –se dijo asombrada-. ¡De modo que no era la muerte!”
Gabriel García Márquez
Es María dama de compañía
Que tiene miedo de morirse sozinha
Y de las aguas del mar
Va trabajando en entrenar a su perro
Para que llore cuando ella se vaya al cielo
Y ya Noi puede llorar
Pero ella no sabe si es la muerte
O el amor quien la espera
En la esquina de su coraçao
María María
Mulata de cabeza fría
María la niña
La anciana, la perdida (Bis)
La perdida
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10. |
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“Una tarde de lluvias primaverales, cuando viajaba sola
hacia Barcelona conduciendo un automóvil alquilado,
María de la Luz Cervantes sufrió una avería en el desierto
de los Monegros. Era una mexicana de veintisiete años,
bonita y seria.
Al cabo de una hora de señas desesperadas a los
automóviles y camiones de carga que pasaban raudos
en la tormenta, el conductor de un autobús destartalado
se compadeció de ella. El autobús estaba entrando
en el patio empedrado de un edificio enorme y sombrío
que parecía un viejo convento en un bosque de árboles
colosales. Aquel palacio en sombras, con gruesos muros
de cantería y escaleras heladas, era en realidad
un hospital de enfermas mentales.”
Gabriel García Márquez.
Sólo vine a hablar
Pierdo la luz la lluvia no cesa
Justo aquí se muere el motor
Pierdo la luz, pierdo paciencia
Frío, miedo, angustia
Sobre el rastro del sol
Muevo mi cuerpo
Abro mis brazos y quiero
Quiero poder volar
Y ya no sé
Cuantos días llevo aquí
Si meses o años
Solo sé que estoy sin ti
Y cada día es peor que el anterior
Solo sé que nunca volveré a ser yo
Sobre el rastro del sol
Muevo mi cuerpo
Abro mis brazos y quiero
Quiero poder volar
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11. |
11 Espantos de Agosto
03:27
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“El más grande fue Ludovico. Así, sin apellidos: Ludovico,
el gran señor de las artes y de la guerra. En un instante
de locura del corazón había apuñalado a su dama
en el lecho donde acababan de amarse, y luego azuzó
contra sí mismo a sus feroces perros de guerra que
lo despedazaron a dentelladas.
A partir de la media noche el espectro de Ludovico
deambulaba por la casa en tinieblas tratando de
conseguir el sosiego en su purgatorio de amor.”
Gabriel García Márquez
En el castillo de la Toscana
Jamás se pudo ocultar
La triste historia que acompaña
A su guerrero creador
Maestro en artes de la guerra
Feroz caballero del dolor
Ludovico no llores más tu pena
Sal de una vez del purgatorio del amor
Y allá en su lecho nupcial
Entre muerte y fresas se puede escuchar
A los espantos de agosto
Que lloran la locura del corazón
Son los espantos que no encuentran
En el suicidio la redención.
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12. |
12 Piezas de Papel
02:40
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Tus palabras me ayudaron
dieron luz a esos días
y nacieron melodías
dulces versos me salvaron
Me dolió tanto extrañarte
y no saberte allá afuera
esperé la primavera
paso el tiempo sin buscarte y…
Sólo quedan unas piezas de papel
unos cuentos y mis sentimientos
Sólo queda un pedazo de papel
con una cifra la suma de mis miedos
Aún deseo conocerte
Aún aprendo a descubrirte
aunque no pueda mirarte
Aunque el sol se ponga triste, porque
Sólo quedan unas piezas de papel
unos cuentos y mis sentimientos
Sólo queda un pedazo de papel
con una cifra la suma de mis miedos
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